BIOGRAFÍA, SEMBLANZA E HISTORIA MILITANTE.

¿Conociste a “Tyna” De Grandis?, si la conociste y quieres compartir tus recuerdos o cualquier otra información sobre ella, o si conoces las circunstancias de su asesinato o desaparición, por favor escribinos a ejrodmartin@yahoo.com.ar


 

Concepción “Tyna” De Grandis

 

Desaparecidos, asesinados y memoria. El caso de Concepción “Tyna” De Grandis

 


 

BIOGRAFÍA

Concepción De Grandis nació el 3 de octubre de 1946, en Orsogna, región del Abruzzo, Italia; hija de Francisco De Grandis y Lidia María D'Alleva. Tuvo dos hermanas menores, Ana y Rita y un hermano que falleció trágicamente durante la Segunda Guerra Mundial.

El 28 de junio de 1947 en un tren de pasajeros que funcionaba a vapor llegó a Barda del Medio (Provincia de Río Negro, Patagonia Argentina) Francisco De Grandis junto con un contingente de emigrantes italianos. El gobierno argentino había firmado un contrato con Italia por el cual daba casa y trabajo a los italianos que quisieran rehacer su vida en nuestro país. Dos años más tarde lo siguieron Tyna y su mamá. Zarparon de Nápoles en el buque Paulo Toscanelli, llegando al puerto de Buenos Aires el 3 de mayo de 1949.

En 1953, Tyna comenzó sus estudios primarios en la recién inaugurada Escuela de Barda del Medio. Era buena alumna y por sus méritos académicos fue elegida abanderada. Los estudios secundarios los cursó en el colegio parroquial Instituto Ceferino Namuncurá de la localidad de Cinco Saltos, en donde también se destacó por su dedicación. Tyna era una ávida lectora, escribía y era también muy buena dibujante; además, estudió francés y piano, obteniendo el título de profesora de teoría y solfeo. Era muy responsable y madura desde chica. De fuerte personalidad era percibida como transgresora para su tiempo. Los estudios universitarios los realizó en Rosario, en la Facultad Católica de Derecho, de la cual egresó con el título de Abogada. Otro título que acumulaba era el de Notaria Pública. Estaba profundamente orgullosa de lo que hacía y se sentía totalmente comprometida con su profesión; sencilla y sensible a las cuestiones sociales. Estaba domiciliada en 9 de Julio 1287 de Rosario.

Hacia 1972, una vez culminados sus estudios universitarios comenzó a desarrollar su práctica profesional en Villa Constitución, localidad en la que vivían numerosos familiares. En esta ciudad le concedieron el Registro Prendario Automotor e instaló su estudio en calle Belgrano. 

En la madrugada del 20 de marzo de 1975, la ciudad de Villa Constitución fue sitiada por las fuerzas represivas, más de 300 obreros fueron encarcelados, comenzando una feroz represión. Si bien los obreros esperaban la represión, nunca imaginaron la amplitud que adquirió. Maria Dal Dosso y Mirella Rojo, abogadas del gremio residentes en Rosario, pernoctaron en Villa Constitución para defender a los dirigentes detenidos, ignorando que ellas integraban las listas de personas a detener. Frente a esta situación, otros abogados debieron hacerse cargo de la defensa de los obreros detenidos. Tyna De Grandis no fue ajena a esta situación, solidariamente ejerció la defensa de los obreros metalúrgicos detenidos tras la denuncia que se gestaba allí un operativo extremista en gran escala.

El miércoles 15 de octubre Tyna, aproximadamente a las 18 hs, fue secuestrada de su estudio jurídico por un grupo parapolicial. Los cuerpos acribillados de Concepción De Grandis, abogada, de 29 años, Carlos Alberto Ruescas, de 41, obrero metalúrgico y pastor evangélico y Julio Palacios, de 34, obrero portuario, fueron encontrados por personal ferroviario de la estación Monte Flores. El descubrimiento se produjo pocos días después que se denunciara que un grupo parapolicial secuestró a varias personas en Villa Constitución. El hallazgo de los cadáveres se concretó a unos 30 kilómetros de Rosario, en jurisdicción del distrito de Villa Amelia, en un paraje semidesierto donde las únicas edificaciones son la estación ferroviaria, una escuela, un almacén y algunas viviendas humildes distanciadas entre sí. Según los testimonios de vecinos del lugar, las ejecuciones de las tres víctimas se produjo el día 16, aproximadamente las 20 hs, hora en que escucharon en la zona ráfagas de armas automáticas.

Los cadáveres de la abogada De Grandis y el del dirigente Ruescas presentaban numerosos impactos, en tanto que el cuerpo de Palacios tenía ocho impactos que, según medios policiales serían de pistolas 11.25 y fusil ametralladora; fueron encontrados con los ojos vendados con cinta adhesiva y muy próximos unos de otros.

 

Texto elaborado por Ernesto Rodríguez en base a Charro, María Cristina. El Valle Veraz. Cinco Salto, Río Negro, 2002; Diarios La Capital y El Norte, información provista por Rita De Grnadis y entrevistas.

 


SEMBLANZA

Mis amigos que residen en el exterior me sugerían, después de leer mis trabajos, que intentara escribir no solamente para las personas de Villa Constitución. Con el paso del tiempo reconocí lo acertado de las sugerencias e intenté encontrar una explicación de los motivos que me impulsaban inconscientemente a efectuar referencias que solo resultaban comprensibles e interesantes para mis vecinos o prójimos. Mis artículos estaban escritos para mis entrevistados, para los protagonistas de las historias que procuraba rescatar del olvido; en cierta forma era una continuación de los diálogos mantenidos, era un esfuerzo por dar voz y trascendencia a experiencias de vida atravesadas por el dolor y la tragedia. En cada entrevista era evidente que recordar obligaba a los que habían padecido directa o indirectamente los años de la represión a “volver a pasar por el corazón” el dolor, el miedo, la inseguridad, las pérdidas; era revivir el horror. Por ello fueron extraños los casos en que los entrevistados no se emocionaron, lloraron, rieron, se les iluminó el rostro o lanzaron nuestro repertorio característico de insultos; sentimientos en general vinculados al recuerdo de los seres queridos que ya no están o a la añoranza del mundo soñado que contrasta con la pesadilla que vivimos actualmente y de una sociedad más justa que cada día parece más lejana y utópica. Es cierto, no escribía para presuntos lectores, no escribía para explicar, ni para describir, tampoco para difundir por el mundo el genocidio que sufrió Argentina durante la década del setenta. Escribía para las víctimas y para sus seres queridos. Ante cada entrevista me cuestionaba si era ético que por un interés pretendidamente científico mis entrevistados tuvieran que revivir el horror vivido. Tenía presente que algunos de los objetivos de la represión fue generalizar el terror, instalar en la sociedad la autocensura, generar actitudes individualistas y egoístas, la indiferencia, la falta de participación. En Argentina se acuñaron frases que hacen referencia a estos hechos: “Yo, Argentino”, “No te metás”, “Por algo habrá sido”, “A mi los militares nunca me molestaron”. Recordar obligaba a los entrevistados a asumir nuevamente compromisos, responsabilidades, a exponerse a la crítica, al juicio, a la sospecha. La perversidad de la represión en Argentina consistía en extenderse más allá de la eliminación física de las personas, se propuso romper el tejido social; los secuestros, las torturas, las vejaciones, las desapariciones y los asesinatos no afectaban solo a las víctimas, afectaban a la familia, eliminaba la posibilidad del duelo y extendía la falsa esperanza del retorno del ser querido ausente y el dolor de la herida abierta. Los desaparecidos tenían una agonía infinita, nunca terminaban de morir y, a la vez, morían todos los días.

La situación de los sobrevivientes no era mejor, mantenían en su memoria la tragedia vivida, los años de persecución, de cárcel, de torturas, el exilio, las pérdidas materiales, de afectos, de ideales y de principios. Así, una pregunta sin respuesta los atormenta por momentos: ¿Por qué yo no fui desaparecido ni asesinado? Y otra vez el dicho argentino: “Por algo habrá sido”. He aquí la crueldad de la represión: víctimas que no pueden serlo totalmente. Es decir, un sector de nuestra sociedad justificaba la represión expresando que “por algo habrá sido” (sospecha de “subversión”) y “por algo se habrán salvado” (sospecha de colaboración con los represores, de delación, de traición, que se doblegaron o claudicaron, etc). Hasta en algunos casos se agrega una distorsión de la culpabilidad y los familiares descargan en ciertas víctimas sobrevivientes que incorporaron a la militancia a su ser querido la responsabilidad por la represión de la que fuera objeto; los sobrevivientes aparecen así como los que lo hicieron “meter en algo”.

También entre los sobrevivientes es posible observar aquello que los científicos definen como falsa memoria. En estos casos no estamos hablando de mentir, engañar, distorsionar u ocultar la realidad conscientemente. Cuando nos referimos a falsa memoria hacemos referencia a aquellos procesos en donde un recuerdo real es reemplazado por uno falso, lo que evidencia que la memoria almacenada no es inalterable. Por un lado, existen casos de personas que no participaron en los acontecimientos de la década del setenta y que en la actualidad asumen un compromiso que no tuvieron (irónicamente, como ejemplificación de este fenómeno un entrevistado me decía que si todos los que dicen haber participado del “Rosariazo” lo hubieran hecho no se habría podido caminar por las calles de Rosario) y, por el otro, están los que habiendo sido protagonistas de los acontecimientos, por su praxis clandestina o por los mecanismos adoptados para resistir la tortura, no recuerdan aspectos significativos de su militancia.

La memoria y el olvido está relacionado también con el contexto del presente y con las herencias del pasado. El terror impuesto por la “dictadura” fue transformándose lentamente con el paso del tiempo, alumbrando espacios para el recuerdo y modificando las perspectivas (teleológicas, contextualistas) desde donde se analizaba la década del ´70. En efecto, durante el “Proceso de Reorganización Nacional” y la primavera de Raúl Alfonsín, cuando se reclamaba por los desaparecidos se lo hacía indicando la profesión u oficio de la víctima; es decir, los desaparecidos eran abogados, periodistas, estudiantes, obreros. Pero la continuidad en el tiempo de esta estrategia apropiada en un comienzo implicaba incurrir en una doble desaparición de los desaparecidos: la desaparición física y la desaparición de su militancia política, sindical, social, estudiantil, barrial, etc. Esto no alude a la “Teoría de los dos demonios”, el oponer a un terrorismo de Estado el terrorismo de los “ejércitos populares”; solo pretende alertar sobre un hecho obturado: el que los desaparecidos y asesinados en Argentina no fueron desaparecidos ni asesinados por su profesión u oficio sino porque encarnaban un proyecto de país y de vida que se oponía y cuestionaba el proyecto hegemónico sustentado por los grupos económicos sociales privilegiados de Argentina.

Durante el período aludido más arriba, el terror latente a una nueva escalada represiva en un país que se había caracterizado por la inestabilidad política y la alternancia entre democracias débiles y dictaduras represivas provocaba que los entrevistados esgrimieran prevenciones tales como “Los barrotes te enseñan”, “Los que conocimos el patio trasero de la dictadura aprendimos a ser precavidos”, “Los testimonios aparecidos hasta ahora solo son la punta del iceberg, sumergidos en el silencio queda una masa de recuerdos que quizás nunca vean la luz”. Así, en ocasiones las entrevistas tuvieron tal grado de privacidad e intimidad que mi función de historiador sufría una metamorfosis y parecía convertirme en sacerdote o psicólogo; en estos casos pensar siquiera difundir los resultados de las entrevistas me provocaba la sensación de estar violando el secreto de confesionario o profesional.

Estas reflexiones aluden a lo que en arte llaman el carácter universal, regional o local de una obra o artista. Haciendo una paráfrasis, voy a intentar pintar mi aldea para pintar el mundo. Villa Constitución es una ciudad del sur santafesino, separada de Buenos Aires por el Arroyo del Medio. Nacida en 1858 en el marco de la colonización agrícola de Santa Fe defraudó las expectativas depositadas por los empresarios que la fundaron a pesar de encontrarse dentro de la zona que se denominó “El Granero del Mundo” durante el proyecto Agrario Exportador y de insertarse en su zona de incumbencia el complejo Cereal – Ferrocarril – Puerto. Durante el periodo de la restauración oligárquica Villa Constitución languideció, sobreviviendo miserablemente hasta que con el advenimiento del peronismo comenzaron a instalarse una serie de industrias, entre las que se destacó la metalúrgica Acindar.

La radicación de empresas generó el éxodo de población rural hacia la urbe, atrajo a pobladores de otros pueblos o ciudades del departamento y de la provincia, de provincias con una situación económica mas atrasadas y pobres, así como también inmigración extranjera, fundamentalmente de Italia y de España. La población se multiplicó y los barrios obreros se diseminaron a lo largo de la ex ruta nacional Nº 9.

El movimiento obrero organizado sufrió también cambios y continuidades. Los anarquistas fueron perdiendo influencia y los nuevos sindicatos surgieron bajo la impronta del peronismo. La seccional local de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) sufrió una serie de intervenciones desde la conducción nacional, fundamentalmente ligada a conflictos generados por los descuentos que sufrían los obreros no se traducían en beneficios para los numerosos afiliados locales que carecían de los más elementales servicios de salud, recreación o deportivos.

En 1974 en todas las seccionales de la UOM debían realizarse elecciones para normalizar los sindicatos. La seccional local estaba incluida en la lista de seccionales en donde los afiliados debían elegir a sus legítimos representantes. Los años anteriores un grupo de obreros se había organizado primero en forma secreta y clandestina para recuperar el sindicato. Cuando se realizaron las elecciones de delegados previas a la normalización, la Lista Marrón que nucleaba a éstos obreros ganó parte del Cuerpo de delegados. Ante la posibilidad de perder el control de una seccional tan importante, la burocracia excluyó a Villa Constitución de las seccionales a normalizar. El conflicto se desencadenó cuando los principales líderes de la lista Marrón fueron expulsados del gremio. Comenzó una huelga con toma de fábrica, de rehenes, control obrero de la producción, organización de piquetes, colocación de barricadas, grupos obreros de autodefensa. Estos hechos fueron conocidos como el “Villazo”. Después de una semana, los obreros lograron la firma de un acta acuerdo en donde la burocracia se comprometía a llamar a elecciones para normalizar totalmente el Cuerpo de Delegados y la Comisión Directiva. La burocracia comenzó con sus tácticas dilatorias e incumplimiento de las promesas. Los conflictos se reanudaron. Simultáneamente se producía un proceso de inserción – captación de cuadros obreros de las principales tendencias políticas de izquierda: Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), Montoneros, Partido Socialistas de los Trabajadores (PST), Vanguardia Comunista. Finalmente los obreros lograron que se convocara a elecciones para noviembre, en las que la Lista Marrón ganó por amplia mayoría, asumiendo la conducción de la seccional el 1 de diciembre.

Pero la primavera democrática duró poco más de tres meses. El 19 de marzo, el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, por medio de un comunicado de prensa anunció que los organismos de inteligencia habían detectado un complot subversivo tendiente a paralizar la actividad industrial con epicentro en Villa Constitución. En la madrugada del 20 de marzo, la ciudad de Villa Constitución fue sitiada por las fuerzas represivas, más de 300 obreros fueron encarcelados, comenzando una experiencia piloto de lo que sería la represión desencadenada en todo el país a partir de la dictadura.

La represión puso en evidencia el verdadero complot, el orquestado por la burocracia sindical, el gobierno y las patronales. Los tiempos venideros pusieron de manifiesto los objetivos de éste complot: descabezar al movimiento obrero combativo, disciplinar la mano de obra, imponer un proyecto político de neto carácter antipopular y eliminar los focos de resistencia a este proyecto.

Ese 20 de marzo los obreros esperaban la represión pero nunca imaginaron la amplitud que adquirió. Las abogadas del gremio residentes en Rosario pernoctaron en Villa Constitución para defender a los dirigentes detenidos, ignorando que ellas integraban las listas de personas a detener. Por lo tanto, otros abogados debieron hacerse cargo de la defensa de los obreros detenidos, entre ellos estaba Concepción de Grandis.

Los obreros respondieron a la represión con una nueva huelga y toma de fábrica, algunos debieron ingresar en la clandestinidad o fueron secuestrados y salvajemente asesinados. Pero pasaban los meses y el pueblo de Villa Constitución mantenía férreamente su convicción de defender a sus dirigentes presos. Se efectuaban colectas en fábricas del país para mantener a los huelguistas, las organizaciones -sobre todo Montoneros- hacían repartos de alimentos producto del rescate por el secuestro de los hermanos Born, se confeccionaban bonos contribución para apoyo de las familias de los detenidos y un Comité de Lucha conducía la lucha contra la represión.

El domingo 19 de octubre de 1975 apareció en los diarios regionales una noticia que conmovió a la población de Villa Constitución. Habían sido identificados como Concepción de Grandis, abogada, de 29 años, Carlos Alberto Ruesca, de 41, dirigente metalúrgico de Villa Constitución y Julio Palacios, de 34, obrero portuario, los cadáveres acribillados  encontrados días atrás por personal ferroviario de la estación Monte Flores. El descubrimiento se produjo  pocos días después que se denunciara que un grupo parapolicial secuestró a varias personas en Villa Constitución. El hallazgo de los cadáveres se concretó a unos 30 kilómetros de Rosario, en jurisdicción del distrito de Villa Amelia, en un paraje semidesierto donde las únicas modificaciones  son la estación ferroviaria; una escuela, un almacén y algunas viviendas humildes distanciadas entre sí. Según los testimonios de algunos vecinos las ejecuciones de las tres victimas se produjo el día 16 a aproximadamente las 20 hs, cuando fueron escuchadas en la zona ráfagas de armas automáticas.

Los cadáveres de la abogada de Grandis y el del dirigente Ruescas presentaban numerosos impactos, en tanto que el cuerpo de Palacios tiene ocho impactos que, según medios policiales serian de pistolas 11.25 y fusil ametralladora; fueron encontrados con los ojos vendados con cinta adhesiva y muy próximos unos de otros.

Según el diario “El Norte”, “la doctora de Grandis, domiciliada en 9 de Julio 1287, Rosario; atendía, en un estudio jurídico de Villa Constitución y había ejercido la defensa de obreros metalúrgicos detenidos tras la denuncia que se gestaba allí un operativo extremista en gran escala”.

Ruesca, de religión evangelista y profundamente pacifista, había sido delegado en Acindar, integrando la lista marrón que lideraba el dirigente Alberto Piccinini. Detenido el 20 de marzo, mantenía en la cárcel su inquebrantable fe y rezaba por él y sus compañeros. Cuando fue liberado, recomendó a sus compañeros aún presos: “Imploren como yo que el Señor los escuchara y serán liberados”. A pesar de las cárcel y de las amenazas recibidas, Ruesca continuó solidarizándose con sus compañeros.

Palacios, que vivía en Corrientes 55, Villa Constitución, era un trabajador portuario y su gremio fue uno de los que se solidarizaron con el movimiento de protesta surgido como respuesta a la represión desencadenada sobre el pueblo de Villa Constitución.

El esquema represivo fue extremadamente cruel, racional y sistemático. Primero fueron reprimidos los sectores medios para aislar a los obreros y destruir la alianza de clases que los nucleaba, fueron colocadas bombas a comerciantes, concejales, abogados. Mas tarde fueron asesinados en enfrentamientos obreros que se habían incorporado a las organizaciones armadas. Por su parte, las fábricas contrataron a carneros para levantar la huelga, pero ésta se mantenía sin cambios trascendentes. La represión necesitaba hacer tronar el escarmiento para romper todos los lazos de solidaridad consolidados durantes los conflictos. Para romper la solidaridad y la fraternidad apelaron al terror: nadie en Villa Constitución tenía que sentir que estaba excluido de la represión, todos podían ser objeto de la represión: el que vendía un bono o revista o el que los compraba, los que prestaban su casa para un reparto, los que cobijaban a un perseguido, los que defendían a los obreros. Concepción De Grandis y Carlos Ruesca son sin lugar a dudas paradigmas de esa represión: insospechados de violentos y sin militancia partidaria sus asesinatos eran un mensaje evidente a la sociedad: no solo los “guerrilleros” eran perseguidos, cualquiera podía ser secuestrado, vejado y asesinado porque los “subversivos” eran la justificación pero el objetivo principal de la represión era el disciplinamiento social. Argentina, una sociedad de muchos mártires y pocos héroes necesita actualmente reivindicar a personas como Concepción y Carlos porque al recordarlos recuperaremos la solidaridad y la ofrenda como sustentos éticos de una sociedad tan carente de ellos y como puntapié inicial para una refundación republicana basada en esos principios.

 

Prof. Ernesto Rodríguez

Publicado en Charro, Maria Cristina. El Valle Veraz. Cinco saltos, Río Negro, 2002.